Construyendo...


martes, 28 de mayo de 2013

ARPEGIOS EN LA GUITARRA

En música, en general, se denomina arpegio a la interpretación de una secuencia de las notas de la
tríada (o una tétrada y sus extensiones) de un acorde. Desde este punto de vista, cualquier instrumento, incluida la guitarra, puede ejecutar arpegios siempre que suenen de modo consecutivo -no simultáneo- las notas de un acorde determinado.
Sin embargo para los guitarristas, el arpegio también es una técnica de la mano derecha. En este caso tocamos igual que un arpista, pellizcando las cuerdas de modo que suenen independizadas y en el orden que convenga a un fragmento o canción. Al igual que los ritmos, los arpegios se estructuran en patrones, cuya repetición conforma un acompañamiento adecuado.
La técnica básica (todo puede complicarse, replantearse o adecuarse, en las técnicas interpretativas) del arpegio de mano derecha en la guitarra consiste en aplicar un principio: CADA DEDO se asigna a una CUERDA. En cierto modo, cuando dominamos el uso de los arpegios, pensamos en "secuencias de dedos".  Esa es la esencia de la automatización de estos procesos.


CADA DEDO, UNA CUERDA
El dedo índice toca la (3a) cuerda.
El dedo corazón toca la (2a) cuerda.
El dedo anular toca la (1a) cuerda.
El dedo pulgar toca las cuerdas (6a, 5a y 4a). Estas cuerdas las entorchadas, son los BAJOS.



En general (aunque hay excepciones) el bajo principal es el de la NOTA FUNDAMENTAL del acorde. De modo que si tocamos un La menor, tocaremos con el pulgar sobre la quinta cuerda al aire. Si es un Re, la cuarta; si es un Do, la quinta pisada en el tercer traste, etcétera.



Los dedos restantes - índice (3a) corazón (2a) anular (1a) - activan cada uno su cuerda con un movimiento ascendente. Cuanto menos se separe la mano de las cuerdas al atacar las notas del arpegio, mayor velocidad podremos desarrollar durante su ejecución.




Como en el caso de los Patrones rítmicos, los patrones de arpegio pueden ser de un compás, de dos, o de varios combinados.

PATRONES DE ARPEGIOS:
Es recomendable practicar al principio estos patrones sobre el acorde de Mi menor (Em), ya que de esta manera no tenemos que prestar atención al sonido de las cuerdas que pulsamos, ya que todas las cuerdas vibran al Aire. A medida que vamos adquiriendo habilidad en el manejo de la técnica podemos aplicarla a acordes más complicados. Así, el arpegio también nos ayuda a conseguir una sonoridad más definida al hacer sonar cada cuerda independizadamente.


La representación de los patrones de los arpegios imita la disposición en que estarían las notas sobre un pentagrama. En los siguientes modelos la nota inicial corresponde al Bajo del acorde que estemos interpretando. Su figura es la de una Blanca debido a que su sonido se prolonga durante al menos dos tiempos del compás. Junto a cada figura de las notas se añade la CUERDA (1a), (2a) o (3a) que debe tocarse, creándose órdenes diversos. La recomendación es repetir cada uno de los patrones "a tempo" (mejor con metrónomo o base rítmica) durante las veces que sea necesario para dominar la independencia de los dedos de la mano derecha y adquirir la habilidad técnica que nos permita operar con ellos sobre acordes diversos y posteriormente sobre progresiones de varios de ellos, combinando igualmente los patrones de los arpegios  para formar patrones complejos.




Todos estos patrones pueden combinarse entre sí, de manera que pueden recrear secuencias más complejas...

Una vez dominada la técnica sobre el acorde de Em es recomendable trabajarla sobre otros acordes, en los que pisemos cuerdas Am, Dm, G7, C, F (cualquier acorde...) siempre teniendo en cuenta que el BAJO (fundamental) del mismo debe ser la nota que toquemos con el dedo pulgar...

Uno de los arpegios más usuales es el arpegio de 6/8:
Muy utilizado, este arpegio, correspondiente al aire de Balada es un de los más útiles y populares. En su métrica los valores de las notas son de corchea...


Cuando en vez de pellizcar las cuerdas en alguno de los ordenes determinados expuestos, se opta por "estirar" de las cuerdas a la vez, podemos diseñar ritmos más o menos complejos basados en los pellizcos propios del arpegio. Un ejemplo muy común es el del ritmo de vals:



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